José y María, los artesanos de dulces en Ostuma

En un cantón de Santa María Ostuma, La Paz, algunos residentes se dedican a elaborar los tradicionales dulces de chancaca o, como ellos los llaman, palomitas de maíz.

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Por Susana Joma

2018-03-18 6:40:16

Cientos de palomitas blancas surgen en el cantón San José Carrizal, en Santa María Ostuma, La Paz, todas listas para complacer el gusto de más de un salvadoreño.

Se trata de los dulces de maíz que algunos residentes de ese lugar, entre ellos María Ernestina Hernández y su esposo José Eliseo Pérez, preparan de forma artesanal y luego llevan a vender a las fiestas patronales de localidades vecinas.

Estos dulces en otros lugares les denominan chancacas, pero estos artesanos de Ostuma, cuya casa está asentada en la Loma de Tepilo, prefieren llamarles palomitas de maíz, porque según explican así se escucha menos pesado.

Ellos podrían no estar equivocados al nombrarlas como palomitas, considerando su color blanco y el hecho de que en otros sitios de América Latina la chancaca es lo que acá se conoce como miel de panela.

Aunque el aspecto de las palomitas que se preparan ahí es sencillo, en su producción se pone mucha habilidad, esfuerzo, precisión y corazón.

 

 

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José Eliseo asegura que para elaborar los dulces típicos utilizan una variedad de maíz al que llaman joco, y es diferente al que emplean los artesanos de otros sitios del país que se dedican a esta tradición.

“El maíz joco lo cultivo para (hacer) las palomitas de maíz, porque (si se hacen) de otra clase de maíz no quedan buenas, quedan ‘ajuatosas’ y molestan la garganta”, explica José, quien además siembra otros productos, como frijol y maicillo.

Luego de que corta el maíz, José asolea los granos durante varios días.

“En otros lugares hacen (palomitas de maíz,) pero no de este maíz, sino de maíz de tortilla y esa le queda negra, y esta le queda blanca”, señala.

María comenta que la jornada de preparación del producto suele empezar a las 2:00 de la mañana; esa es la hora a la que su esposo se levanta para encender el fogón en el que durante varias horas, y a fuego lento, tostará con mucho cuidado el maíz hasta que este tome un color amarillito suave. Esa tarea la concluye hasta eso de las 11:00 de la mañana.

Una vez que el grano está tostado, un paso en el que se tiene que soportar mucho calor, le añaden rajas de canela, y lo llevan a moler con el fin de convertirlo en harina.

Mientras José anda por el molino, María se encarga de lavar y preparar todos los utensilios que utilizarán.

Cuando él regresa a casa deposita la harina en peroles grandes, en donde poco a poco la van mezclando con miel de panela y vainilla líquida hasta que forman una masa.

En una batea de madera, María le da forma de rodillo a la masa, de cuyos extremos va desprendiendo con rapidez pequeñas cantidades que hace bolitas, y a las que, de forma constante, aplica harina suelta. Si no cumple este último paso las palomitas se harán una sola masa.

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“Lo que cuesta es la amasada, porque si uno no tiene cálculo de hasta dónde va a llegar de harina y se pasa (de cantidad) se hace dura y no pega…”, explica esta ostumeña, quien junto a José Elías, procreó 10 hijos.

Usualmente trabajan solos, pero en ocasiones reciben ayuda de Yeni Marisol, una de sus hijas que está estudiando.

“El medio (18 libras de harina de maíz joco) lo estamos haciendo en una hora entre los dos, pero ya con mi hija lo hacemos en media hora. Teniendo práctica se hace ligero”, comenta.

La jornada es intensa y solo hacen alto para tomar los alimentos.

En un día, de acuerdo con lo expresado por José, producen más de dos mil dulces de maíz blanco.

Según comentan, ese es el único cantón de Santa María Ostuma en donde se producen estos sabrosos dulces.

La pareja afirma que llevan 35 años elaborándolos, justo el tiempo que tienen de convivir.

María recuerda que su madre se dedicaba a hacerlas y ella aprendió a corta edad, al igual que a sus otras hermanas.

“Yo quizás empecé a hacer desde cuando andaba en el estómago de mi mamá (dice entre risas). Ella me contaba que cuando estaba embarazada de mí iba a vender esto. Desde chiquitita nos ponía hacer las chibolitas”, señaló.

José Eliseo cuenta que fue también su madre, María Simona Pérez, la que le enseñó a preparar las palomitas de maíz, con la idea de que algún día le iba a servir, y él asegura que así fue porque como no aprendió ni a leer ni a escribir, no tuvo muchas opciones laborales.

Estos dulces los llevan a vender a la zona urbana de Santa María Ostuma, y otros municipios del departamento de La Paz, como San Pedro Nonualco y Paraíso de Osorio, especialmente durante las fiestas patronales.

De igual forma van a comerciarlos a en la romería de la Virgen de Los Remedios, de San Ramón, en Cuscatlán. Este año José se ubicó enfrente de la parroquia ofreciendo su producto a los peregrinos.

El artesano sostiene que estos dulces se pueden consumir acompañados de café, o refrescos, según el gusto, aunque algunos habitantes de San Ramón las compran para preparar una horchata a la que le atribuyen bondades para curar males de estómago.

Los dulces típicos de maíz los venden en bolsitas, y según explicaron, hay de varios precios: $0.25, $0.50 y $1, dependiendo de lo que el cliente desee.

Al finalizar los festejos de estas poblaciones María lleva sus dulces a los mercados de Verapaz, en San Vicente, y al de Paraíso de Osorio.

Aseguran que con esta labor, que les gusta mucho, han logrado ir mejorando su casita y criar a sus hijos: la mayoría de ellos tiene empleos y se ha independizado.

“Cuando estaban chiquitos ya (esto) me servía para comprar libretas, mochilas, lápiz”, afirma José.

Sin embargo, la tradición de la elaboración de palomitas de maíz en la casa de estos artesanos podría desaparecer.

“A ellos (hijos) no les gusta. Como ellos han estudiado permanecen trabajando en San Salvador”, explica José.

Estos artesanos afirman que si bien mucha gente les pregunta si no les da pena trabajar en la elaboración de estos dulces, ellos están muy orgullosos de hacerlo, pues están siguiendo una tradición y sobre todo es un trabajo digno y honrado.